ALFREDO AZCARATE VARELA
THE BAJA POST/EDITOR
Después de casi 4 años de soberbia de sus ejecutivos, rechazo y aceptación de mexicalenses que quedaron divididos, polarizados por la llegada de un proyecto cervecero al vale de Mexicali, que ni se iba a terminar el agua, pero tampoco era la panacea económica que algunos querían “venderle” a la gente, el poderoso gigante no termina de rumiar su derrota, se decretó que tenía que irse y parece alargar su agonía “a ver si pasa algo”.
Constellation Brands debe irse de Mexicali, pero primero debe desmantelar la planta cervecera que estaba construyendo en el Ejido Choropo del Valle de Mexicali, afirmó la alcaldesa Marina del Pilar Ávila Olmeda, sin embargo, algunos activistas sociales aseguran que la construcción de la planta sigue adelante, con ello la omnipotente empresa vuelve a sembrar la discordia entre los mexicalenses.
Los activistas sociales dicen que se trata de un proyecto depredador, que ni siquiera generará tantos empleos como afirman sus defensores, mientras que estos últimos “miran para abajo” a los integrantes de las resistencias, afirmando que están engañados y que no pueden ver el gran progreso que la cervecera traería a Mexicali.
La llegada de la transnacional, multimillonaria y todopoderosa empresa a Mexicali ha tenido serios efectos sociales y ha deteriorado la convivencia en esta ciudad, ante la soberbia de la empresa que sentía que llegaba a una república bananera y la peculiar campaña montada por el sector empresarial para “defender” el proyecto que traería 60 mil empleos a Mexicali, según el ex Secretario de Desarrollo Económico, Carlo Bonfante.
Desde 2017, el rechazo a la empresa por parte de ciertos sectores sociales, como Mexicali Resiste y las llamadas resistencias contrastaba con el entreguismo del sector privado, de gente como Bonfante, Rodrigo Llantada, Ernesto Elorduy, funcionarios de Gobierno y empleados de la IP, por un lado los activistas sociales decían que venían a acabarse el agua de Mexicali y por el otro lado el sector empresarial decía que si se iba el proyecto de la cervecería, dejarían de llegar inversiones a Mexicali.
Las estrategias de comunicación de Constellation, encabezadas por una mujer llamada Nina Mayagoitia y un hombre de apellido Guillén, fueron poco eficaces, porque dentro de su mente centralista, creyeron que pagando millones de pesos a medios como Canal 66, Televisa y uno que otro “elegido” por la Señora Mayagoitia, lograrían posicionar y “socializar” el proyecto cervecero, pero su desconocimiento de la situación local fue su primer paso al fracaso.
El hartazgo de la gente entre declaraciones contra CB de la resistencia, rechazando lo que ellos veían como la depredación del agua, las voces amenazantes de que “dejaría de llegar la inversión extranjera a Mexicali” de empresarios y los ridículos videítos donde decenas de “empresarios” (que salieron de debajo de las piedras) decían que ellos estaban a favor del proyecto porque sería el fin de la ciudad si la cervecera no se quedaba.
Una vez que llegara AMLO al poder se da la decisión de hacer una “encuesta ciudadana” para ver si se quedaba o se iba la empresa, lo cual no fue lo más indicado, pero Constellation Brands debió de poner más cuidado en la forma en que se proyectaba a la sociedad, por eso perdieron la consulta popular, porque creyeron que “PODEROSO CABALLERO ES DON DIMERO” pero terminaron tirando su dinero a la basura en medios caros que no les funcionaron.
Por otra parte está la soberbia y prepotencia con la que se manejaba quien sería (¿sigue siendo?) su Director General, Jorge Burgos quien en entrevista de radio, nos dio muestra de su petulancia y autosuficiencia, de querer vender la idea que 750 empleos generados por una inversión de mil 500 millones de dólares (cifras incongruentes) eran la gran maravilla y luego hablaban de 60 mil empleos “indirectos”, de lo que no queda duda es que muchos de la élite que siempre termina “ganando” con este tipo de proyectos, ahora está aprendiendo a “perder”, y la única conclusión es que CB creyó que venía a “sentar sus reales” como en Sonora y Coahuila, pero no pudo y aún no termina de creerlo.